viernes, 16 de marzo de 2007

Cajero de Vidrio


Hoydía me tocó ir al banco... nada especial, cobrar un cheque... simplecito. Llegué, pregunté y fila... No me tomen a mal, lectores. No me molesta ir al banco... bueno, no tanto... Tiene su gracia. Una vez leí que Tolstoi se inspiraba para escribir en la gente que veía pasar en la plaza, bueno, algo parecido ocurre en el banco. Me puse a la fila y (a falta de mp3) me puse a observar a las personas... muy psicópata, pero hey... Fue interesante... Un tipo... grueso mirando detenidamente el cheque que seguramente acababa de recibir y calculando en su celular por si se lo fregaron... Una viejecita de esas chiquititas todas abuelitas tiernas que ya te las imaginas trayéndote galletitas cuadno las vas a ver... una de estas ejecutivas modernas, con un bolso enorme y una carpeta llena de papeles que se ve que le faltan manos para los negocios que lleva... y el típico ente extraño del final, un sujeto de camisa amarilla fosforescente y pantalones rayados y una corbata que seguramente era a pilas, hombre de personalidad al parecer... Así me entretuve, hasta que un personaje me llama la atención. No está en la fila, pero su voz resuena en el salón del banco con su monotonía. El cajero llama "siguiente" haciendo notar que preferiría estar en mil lugares que ahi con nosotros... es casi como el sonido del teléfono marcando... "Siguiente" repite un poco mas fuerte, sin subir ni bajar el volumen y la mujer delante mío salta dándose cuenta de que esta poniendo a prueba la paciencia de este ente protegido tras el vidrio. Yo me río en voz baja. Ella le dice hola a él. Muy fuerte o tal vez alegre para la situación. Y obviamente siente nuestras miradas sobre su espalda. Este hombre de rostro de vidrio la mira severo, pero sonríe, satisfecho de que alguien mirara mas allá del cristal que habla. Así que ella no tuvo tiempo de arrepentirse, y a pesar de que nuestro intachable cajero no respondió, me atendió con uan amable sonrisa cuando fue mi turno y respondi a su "sigueinte" levantando ua mano como pidiendo la palabra y diciendo "yo!"... secretamente todos agradecimos a esa mujer que nos ayudo a romper el cristal que todos teniamos delante... Santiago no es tan malo como parece, sólo no hay que olvidarse de ser impredecible... icluso para uno mismo...

2 comentarios:

Javier Neira dijo...

Notable texto... eso de andar observando gente, como Tolstoi, es muy parecido a la historia de "Pennylane" de los Beatles.

Justo hoy día te decía cuanto me apesta Stgo, pero tienes razon ahí, las cosas son como uno las hace, y de eso se trata, de cambiar un poco el swith y ver las cosas de manera más simple, hasta más alegre. Saludos compadre.

Jaci dijo...
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