Me siento en las rocas de la Avenida Perú, Viña. No tengo nada que hacer, ningún lugar en el que estar y nadie a quien ver... Estoy desocupado. Qué situacion más frustrante. Pero bueno, me lo busqué. A ella le dije que estaba cansado... a ellos que estaria con ella. Así que aquí estoy, disfrutando mi confinamiento en solitario al aire libre. La gente pasa sin cesar. yo me relajo y me entretengo en mirarlos y no verlos. Pasan como sombras de colores frente a mí. Me aburren y les doy la espalda. Tal vez el mar me de algo más interesante con lo cual darle partida a un sin número de pensamientos que de seguro vendrán en cualquier momento a mi mente, como suele pasar cuando no se hace nada y se quiere todo. Reviso mi mochila por si encuentro algo interesante, ya que el mar, rítmico como es, no me ofrece nada más que los transeúntes. Agua mineral, un cuaderno y dos lápices. Dibujaré algo. Busco otra vez a mi alrededor. Inspiración! Nada. Miro hacia cada lado como rogando por una ayuda. Ahí la vi, sentada, como respuesta a mi grito mudo. Debe haber llegado mientras estaba sumergido en mi mochila. Imposible que no la haya visto antes. ¿Está sola? Eso parece. Mira hacia el vacío. Obviamente logró lo que yo no, encontrar el puente entre el mar y su ensueño. Me fascina. Me maravilla con su mirada perdida en la espuma, tan ajena al resto como yo. no creí encontrar a otro forastero. Escucha música, eso ayuda. Debí traer la mía. Me le quedo mirando, hipnotizado como no lo lograron conmigo las olas. Comienzo mi deleite. Muevo el lápiz rapidamente.
-Eres hermosa...¿Cómo te llamas?- le pregunto en mi mente, inocentemente...Iluso. En el ruido del agua contra las piedras encuentro la música que me faltaba.
-Paola- escucho derepente y me detengo... -Mi nombre es Paola y y el tuyo?- más claro aún.
La miro detenidamente. No se mueve, sólo mira el mar.
-¿Paola?
-Sí, y tú?
-Enrique... bueno Kike-dije torpemente en voz baja. Ella se voltea y me mira severa, como diciendo "así no funciona".
-Kike- digo mentalmente.
-Espero que me estes favoreciendo en el dibujo- oigo resonar. Su voz es dulcey suave, como la brisa.
-Sí, y tú?
-Enrique... bueno Kike-dije torpemente en voz baja. Ella se voltea y me mira severa, como diciendo "así no funciona".
-Kike- digo mentalmente.
-Espero que me estes favoreciendo en el dibujo- oigo resonar. Su voz es dulcey suave, como la brisa.
Me sonrío y respondo:
-No te puedo ver la cara, pero haré lo que pueda... cuantos años tienes?
-18 y tu?
-17
En eso llega un tipo. Detengo el lápiz. De camisa y lentes de sol. La besa fugazmente, con despreocupación y se sienta a su lado y le comienza a hablar, como contándole algo, en lo que ella obviamente no se interesa. Debe ser de esos a los que les gusta tanto el sonido de su propia voz que no se dan cuenta de la desesperación del otro por huir de ahi.
-¿Quién es?
-Nadie - me responde.
Ella no se quita los audífonos, obviamente él le molesta.
-Ayúdame- escucho su voz imaginaria.
-¿Qué puedo hacer?
Ella sigue mirando al mar, sin prestarle atención al pololo que sigue contando una anécdota a la que sólo él encuentra gracia... y eso le parece suficiente. Ella se quita los audifonos y por primera vez lo mira a la cara...
-¿Qué hago?- repito.
El hablador sigue su historia, independiente del mundo. Ella por primera vez calla en mi mente, vuelve sólo el ruido de las olas. Ya no puedo dibujar. El croquis no está listo. La mira una vez más. Ya no veo su rostro, mira al suelo, a las piedras, buscando un salvavidas tal vez. Ya no aguanto más. Me pongo de pie, llevando mi mochila al hombro y mi cuaderno en una mano. Llego hasta la pareja. Él me mira sorprendido, ella también.
-Te vengo a ayudar, vamos!- y le tiendo mi mano.
Ella sonríe y se levanta aceptando, ante la mirada incrédula de este ex-pololo que no encuentra su sitio en este puzle desarmado. Me despido de él amable, casi burlón, ella hace lo mismo, y nos vamos de la mano, saltando piedras, dejándolo a él sólo con las olas, las gaviotas y las sombras de colores. La miro, ella me mira sonriendo.
-No termine el dibujo, Paola, pero sales bien según yo...
Ella me mira con una sonrisa de extrañeza y me dice:
-Mi nombre no es Paola, me llamo Alejandra ¿Qué dibujaste? Déjame ver... Y nos alejamos caminando al ritmo del mar...
-18 y tu?
-17
En eso llega un tipo. Detengo el lápiz. De camisa y lentes de sol. La besa fugazmente, con despreocupación y se sienta a su lado y le comienza a hablar, como contándole algo, en lo que ella obviamente no se interesa. Debe ser de esos a los que les gusta tanto el sonido de su propia voz que no se dan cuenta de la desesperación del otro por huir de ahi.
-¿Quién es?
-Nadie - me responde.
Ella no se quita los audífonos, obviamente él le molesta.
-Ayúdame- escucho su voz imaginaria.
-¿Qué puedo hacer?
Ella sigue mirando al mar, sin prestarle atención al pololo que sigue contando una anécdota a la que sólo él encuentra gracia... y eso le parece suficiente. Ella se quita los audifonos y por primera vez lo mira a la cara...
-¿Qué hago?- repito.
El hablador sigue su historia, independiente del mundo. Ella por primera vez calla en mi mente, vuelve sólo el ruido de las olas. Ya no puedo dibujar. El croquis no está listo. La mira una vez más. Ya no veo su rostro, mira al suelo, a las piedras, buscando un salvavidas tal vez. Ya no aguanto más. Me pongo de pie, llevando mi mochila al hombro y mi cuaderno en una mano. Llego hasta la pareja. Él me mira sorprendido, ella también.
-Te vengo a ayudar, vamos!- y le tiendo mi mano.
Ella sonríe y se levanta aceptando, ante la mirada incrédula de este ex-pololo que no encuentra su sitio en este puzle desarmado. Me despido de él amable, casi burlón, ella hace lo mismo, y nos vamos de la mano, saltando piedras, dejándolo a él sólo con las olas, las gaviotas y las sombras de colores. La miro, ella me mira sonriendo.
-No termine el dibujo, Paola, pero sales bien según yo...
Ella me mira con una sonrisa de extrañeza y me dice:
-Mi nombre no es Paola, me llamo Alejandra ¿Qué dibujaste? Déjame ver... Y nos alejamos caminando al ritmo del mar...
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(Esta es la historia casi real de este dibujo... no fue taaaaan taaan así, pero si hablé con ella, resultó ser muy simpática, y le gustó el dibujo... lamentablemente, perdí su número...)
(Esta es la historia casi real de este dibujo... no fue taaaaan taaan así, pero si hablé con ella, resultó ser muy simpática, y le gustó el dibujo... lamentablemente, perdí su número...)